La Sociedad Civil se une en América Latina para retar las Reuniones Anuales del Banco Mundial

Oct 06, 2015
tnoguchi

Organizaciones de la sociedad civil, comunidades indígenas y movimientos sociales se unen para retar la agenda neoliberal del Banco Mundial, que ha causado destrucciones masivas del medio ambiente y tensiones sociales en el continente latinoamericano.

Contactos:

Anuradha Mittal, amittal@oaklandinstitute.org, + 1 510 469-5228

Alnoor Ladha, alnoor@therules.org, +27 60 853 9810

César Gamboa, cgamboa@dar.org.pe, +511 263-2063

Lima, Perú Las Reuniones Anuales del Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional se llevarán a cabo en Lima, Perú este año del 9 al 11 de octubre. Es la primera vez en más de 40 años que estas reuniones ocurren en América Latina. Perú es un buen alumno de las instituciones de Bretton Woods, reclamando el “éxito” de sus políticas y reformas neoliberales, las cuales el Banco Mundial quiere promover ante el resto del mundo.

En 2015, Perú obtuvo el puesto 35 en las clasificaciones Doing Business del Banco Mundial, la segunda posición más alta en América Latina. Según el Banco, esto significa que el Perú ha creado un entorno regulatorio “propicio para los negocios”. Sin embargo, el modelo de desarrollo del Perú, basado en las industrias extractivas y exportaciones de materias primas, ha concentrado una enorme cantidad de recursos entre manos de unas pocas empresas privadas, con un alto costo para la población peruana.

Durante las Reuniones Anuales de 2014, Our Land Our Business (Nuestra Tierra, Nuestro Problema), una campaña multi-continental reuniendo más de 270 grupos de la sociedad civil, había organizado demostraciones simultaneas en doce ciudades para protestar los efectos negativos de las políticas neoliberales del Banco Mundial y sus clasificaciones Doing Business. Este año, una amplia coalición reitera su rechazo del modelo de desarrollo fracasado del Banco Mundial.

Un evento alternativo se organiza el 7, 8 y 9 de octubre bajo la coordinación de la Plataforma Alternativa de la cual Derecho, Ambiente y Recursos Naturales (DAR), una ONG peruana, participa. El evento es un espacio para que la sociedad civil y movimientos sociales puedan discutir y cuestionar las políticas del Banco. César Gamboa, Director Ejecutivo de DAR, señaló que: “Es importante que el mundo sepa que el pueblo de Perú se opone a la influencia del Banco Mundial en nuestro país. Esperamos que pueblos en todo el mundo se unen a nosotros, porque a todos nos han mentido diciendo que de alguna manera la pobreza iba a terminar gracias al crecimiento económico resultante de la inversión extranjera directa, la desregulación y un “clima de negocios” favorable. Nos dicen que para provocar el desarrollo debemos liquidar nuestros recursos naturales, renunciar a los derechos laborales y destruir los medios de vida de los pueblos indígenas”.

En la década de 1990, los programas de ajuste estructural del Banco Mundial adoptados por el gobierno del Ex Presidente Alberto Fujimori iniciaron tres décadas de reformas de desregulación y privatización con el objetivo de hacer al país más atractivo para los inversionistas extranjeros. Mientras que como resultado los préstamos del Banco Mundial al Perú aumentaron, totalizando más de 7 mil millones de dólares entre 1990 y 2015, las normas sociales y ambientales fueron debilitadas. Una nueva investigación por el think tank independiente, Oakland Institute, destaca que el Grupo del Banco Mundial ha jugado un papel clave en el desarrollo de los sectores de la minería, hidrocarburos y agroindustria en el Perú, especialmente a través de sus armas del sector privado la Corporación Financiera Internacional (CFI) y el Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones (OMGI).

Anuradha Mittal, Directora Ejecutiva del Oakland Institute, señaló que: “A pesar de su mandato de luchar contra la pobreza, la participación del Banco Mundial en el Perú ha significado una guerra contra los pobres. El Banco apoya a proyectos que han tenido consecuencias sociales y ambientales devastadoras y muy pocos beneficios para los Peruanos. Su influencia en el país ha llevado a enfrentamientos sociales violentos, un aumento en el poder corporativo incontrolado y ha socavado el acceso de los pueblos indígenas a la tierra y recursos naturales”.

En los últimos años, el número de conflictos y sociales o ambientales en el Perú se triplicó de 76 conflictos identificados en 2006 a 251 en 2011. En el 2014, el país tuvo 200 conflictos sociales en promedio cada mes, gran parte de ellos relacionados con la minería.

Perú se ha convertido en el cuarto país más peligroso para los defensores del ambiente y la tierra con al menos 57 activistas asesinados entre 2002 y 2014, sobre todo debido a disputas por las tierras frente a la explotación minera y forestal. En la mayoría de los casos, los asesinatos se atribuyen a la policía, los militares o guardias de seguridad privada. Tanto el gobierno central como las instituciones financieras internacionales han ignorado esta violencia. En cambio, Perú ha seguido la misma agenda económica, guiado por expertos del Banco Mundial para mejorar su “clima de negocios”.

Por otra parte, el éxito económico de Perú es un logro a corto plazo: la tasa de crecimiento del país se redujo de un promedio de 6,4 por ciento en la década de 2000 a sólo el 2,4 por ciento en 2014. Dados sus altos costos sociales y ambientales, el desvanecido crecimiento económico ha dejado al país con profunda desigualdad, fuentes de agua, tierras y bosques degradados, y el legado tóxico de las industrias extractivas.

Alnoor Ladha de The Rules, una red global de activistas e investigadores, señaló que: “Perú es un buen alumno del Banco Mundial porque adoptó su modelo de desarrollo neoliberal. Ese modelo fracasado se basa en las arenas movedizas de los combustibles fósiles y de la miseria humana. Los ciudadanos de todos los países, incluidos los ricos, tienen que resistir el antiguo paradigma de desarrollo internacional si queremos vivir en un planeta habitable. Tenemos que establecer economías locales fuertes que regeneran a nuestros ecosistemas y nuestras comunidades. Para ello, será necesario hacer frente unido contra el Banco y sus aliados anti-vida”.

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